Facundo Campazzo, el hechicero al otro del campo, camisetas de baloncesto baratas ha convencido a todos los argentinos de que se puede ganar el campeonato. Junto a jugadores como Dino Rađa o Fragiskos Alvertis y dirigidos por Slobodan Subotić, los griegos ganaron el campeonato local, pero Subotić se marchó tras la temporada. El 20 de marzo de 2020, Edwards se declaró elegible para el draft de la NBA 2020 como uno de los prospectos más promocionados de su clase. El partido más cerrado y uno de los más históricos en la historia de la NBA fue el 3. Un partido que se fue a dos prórrogas 141-137 para el equipo tejano. El miércoles debutó en el Staples Center de Los Angeles, en un partido contra los Lakers, donde conoció a LeBron James, uno de sus ídolos.
El duelo será uno de los principales atractivos del partido y medirá sus habilidades y artimañas en la pista. Dos bases de enorme envergadura en busca del oro en China. Ricky sigue a un famoso gurú norteamericano y a diario busca 10 ó 15 minutos para reflexionar. Con Nowitzki y compañía pasó un curso sin sobresaltos, exceptuando el famoso arrebato Gordon Hayward. Tiene todo el sentido del mundo su famoso lema ‘never too high, never too low’ (nunca demasiado alto, nunca demasiado bajo) que suele postear en Twitter. “Me quedo sin palabras”, comentó Ricky tras otra actuación de categoría al término del agónico encuentro ante Australia.
Campazzo, en cambio, tiene ante sí el reto de su vida tras haber sido campeón e MVP de la final de la ACB hace tan solo unos meses. Argentina se ha metido en la final yendo de tapada, más o menos como España, pues poca gente apostaba por plantarse en la final de Pekín. Si bien sus vidas deportivas han sido diferentes, ambas confluyen en esta final. Utah le vino bien para liberarse de las tensiones de Minessota, donde se había frustrado tras seis años sin disputar una sola eliminatoria por el título. Tras dos años en los que en Utah Jazz ha tomado más responsabilidades, siendo constante y valiente en el tiro, Ricky llegó a China con la idea firme de ser importante y sus números no dejan lugar a dudas.
Tenía 17 años y cara imberbe. Desde los 14 años se mira con lupa cada movimiento, cada jugada que hace. Madurez, liderazgo y confianza para un chaval que hace once años estaba en los Juegos Olímpicos enfrentándose a Estados Unidos contra otros bases de la talla de Jason Kidd, Deron Williams o Chris Paul. También formó parte de la Selección de Estados Unidos, con la que se alzó con la medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Pekín 2008, siendo el máximo anotador de la misma. Ninguno de los dos es campeón del mundo, aunque Ricky sí sabe lo que es subir al podio con la Selección.